domingo, 26 de mayo de 2019

19 DICIEMBRE 1939

Buenas noches de nuevo, creo que esta serán mis últimas letras para este diario, hace apenas unos días mi madre decidió que ya era momento de contarme lo que pasaba,  os cuento lo que sucedió.
Era un domingo en la tarde, estaba casi anocheciendo, cenábamos, como de costumbre, un plato de arroz con un jirón de pan duro, y por suerte, mi memoria no falló como solía acostumbrar, me ausenté al excusado que, casualmente, estaba justo al lado de la alcoba de mi  madre, efectivamente, hacía unas semanas decidió trasladarse a los aposentos de uno de mis hermanos, dejando que él durmiera en la cama matrimonial mientras ella, solitaria dormía en el típico colchón de paja en el que solíamos descansar, si se le puede llamar así, por las noches. Bueno que me desvío del tema,  el caso es que en la mesilla de noche había un cajón cerrado a cal y canto, del que servidor había conseguido la llave, no pregunteis como, yo tampoco sabría responder. Abrí dicho cajón y me encontré con la grata sorpresa de que había una única carta abierta sin remitente. La tomé en mis manos y saqué el contenido, era una carta del coronel de su base, en esta decía que había fallecido y que su última voluntad era que me fuese entregada una carta que venía adjunta en el sobre, no estoy seguro de poder enseñarla, ya que de solo verla me parte el alma, aún no lo tengo asimilado, el era muy joven, apenas tenía 48 años  y ya no está para guiarme y aconsejarme…
hace dos horas que no he escrito nada, he decidido qué enseñaré la carta, espero que no se vea mucho las lágrimas, sería una desgracia que se hiciera el más mínimo rasguño...

 

 


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